¡De regreso a las andadas!

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Hace tanto tiempo que no me atrevo a escribir por aquí. La verdad es que me dejé absorver por la rutina Americana/Latina que es una robótica realidad en este país de las oportunidades y de grandes sueños, que yo más bien diría de pesadillas para muchos paisanos que dejan sus tierras para una vida mejor y ¡zas! se encuentran lavando baños, tendiendo camas, haciendo colas para que les den comida, comprando ropa de segunda, ah eso sí "de marca" (muy latino), lavando platos, escondiéndose de la "migra", etc.

Sí, me refiero a los indocumentados. Son tantos que uno ya no sabe quién es y quién no es. De muestra un botón. El otro día mi vecina me amenazó con llamar a la migra por creerse más Americana que yo, y ¿saben qué? la tipa es de Bosnia, jajajajajajaja. pero en fin, esa es la nueva pseudo-cultura que se vive aquí en los últimos años.

La xenofobia ha crecido fatalmente en la cultura caucásica (los que quedan porque ahora hay más mezcladitos que otra cosa). Los mexicanos se creen con más derecho de tierra que hasta da cólera. Los peruanos somos los pillos, estafadores, mentirosos y ¡OJO! con hobby de narcos. Los colombianos son los envidiosos, hipócritas, narcos por naturaleza, franelitas y super conchudos. los guatemaltecos son mentirosos, parlanchines, doble cara, cochinos, apestosos, al igual que los demás miembros de la unión centroamericana.

Como ven la xenofobia  inunda cada rincón de este inmenso país con adjetivos demás exagerados contra un pueblo en su mayoría trabajador, cumplidor y parte de una economía, que sin esa fuerza laboral, sería decadente y peor que en los años 40.

Pero aquí viene la oportunidad y la siverguencería: muchos candidatos políticos toman esta realidad como un yo-yo de oportunidades que les dejarán la mayor cantidad de votos de los ilusos latinos que viven legalmente en este indómito país de ensueño. El actual presidente, más conocido como "chita"  (la mona de Tarzán), resultó ser de la escuela de nuestro grande y profético Alan, o sea, un mentiroso de punta a punta. Cómo será de "pendeivis" y maricón que cuando se presenta un problema de índole nacional, se va de vacaciones "ininterrumpidas"... ¿a dónde? pues a los lugares más exclusivos y caros del planeta... ahhhhh eso sí con la plata de mis impuestos que me cuesta un culo ganar.

Al final,  todo sigue igual, más odio a los latinos (no sé por qué no a los asiáticos, árabes, africanos, etc. que también están inundando este atormentado país), nosotros los latinos somos la lacra social americana, los vagos, flojos, sub-humanos (porque tratan mejor a un animal que a nosotros)... mejor aquí la dejo no vaya a ser que se me aparezca el ICE para botarme del país por insubordinación... jajajaja.

Y ahora, ¿quién podrá defendernos? vengo invocando al chapulín desde hace un huevo de tiempo pero el bendito no da muestras de vida por estos lares. Superman no sabe español, así que a él ni llamarlo. Snoopy no habla y Mafalda todavía no es mayor de edad... Cachirulo se fue con su nave espacial y nunca más regresó, el tío Johnny perdió su sombrero y saco a rayas, el resto de héroes son una mezcla de importaciones japonesas, chinas, etc.  En otras palabras, además de no haber superheroes, no hay identidad. ¡Esto sí que es un cáos!

Haber, como peruanos, ¿cuándo se nos ha ocurrido invocar a Pachacutec, a los Apus, a la Mama Cocha, Tayta Inti, etc.? Yo te respondo: NUNCA (como decía el padre de mis queridas amigas Ríos).

¡Ahí 'ta el meollo del asunto! ¡¡¡Nuestros pueblos carecen de una identidad!!! Oh my god! what?!

Sí, no existe identidad. Pero nosotros no tenemos la culpa. Nuestros colegios y sociedades quisieron vivir el sueño geopolítico potencial del vecino norteño, por eso modificaron las currículas escolares y universitarias, los estilos y modas cambiaron, el estilo de comer, reir y de admirarse. Ahora el "What?" ha tomado forma populista y de a pocos pasa a ser parte de nuestro vocablo plajeado occidental.

 Pero en fin, ¿quién soy yo para hablar mal de las sociedades potenciales? una peruana que no habla quechua, que no come olluco ni charqui, una peruana que encuentra en una hamburguesa un deleite paladoreño (ya ven, yo también invento mis palabras. Paladoreño de paladar, pues), que no cree en la maca ni en la kiwicha, que todavía ve desafiante un ambulante o una casera del mercado, que prefiere escuchar radio Oxigeno que radio Nacional, que ha encontrado en la Internet una manera de pasar el tiempo en vez de labrar los campos. Somos el molde de la sociedad, ¿alguna vez alguien se atreverá a rompérlo? La verdad que yo no porque así estoy más comoda, jajajajaja.

Así que con este pensamiento termino esta entrada de una lógica ilógica:

"Está preparado siempre para el cambio, por si se te presenta la opotunidad" - Barbara Rosner

Me despido con un fuerte abrazo y... que siga la pachanga!

Un pequeño balance de fin de año

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Hoy es el último día del año 2010 y me puse a pensar en las cosas que había hecho este año; las buenas y las malas.


Entre las buenas está mi participación en obras de caridad locales, ayudar a los más necesitados, donar ropa y alimento, etc., ésto lógicamente en el ámbito social.


En el ámbito familiar, tomar las riendas de mi familia y de mi hogar con mi gringuito lindo viviendo en otro estado fue muy difícil. Fue un gran sacrificio, pero así es la vida cuando uno tiene que sostener el hogar, tiene que buscáselas como sea. Afortunadamente, en el mes de marzo, después de un año viviendo practicamente sola con mis hijos, mi gringo bello logró conseguir un trabajo local, yeeeeee!!! una alegría inmensa para todos.


Durante los meses de verano gringo, me la pasé viajando y visitando a familiares y amigos en la parte este del País al igual que la parte central. Gracias a mi gringo lindo, mis hijos y yo pudimos conocer muchos lugares turísticos en Arizona, Nuevo México, Kansas, Wyoming, Idaho, Texas, Colorado... Fuimos a monumentos y parques nacionales como Yellowstone, Mount Rushmore (el de las cabezas talladas de los presidentes), Arcos de piedra, ríos, montañas, ruinas de apaches, etc. Además, tuvimos la oportunidad de conocer a más familiares de mi gringo lindo. Todos, gente de pueblo, humilde y generosa. Me hizo recordar una de mis tantas travesías al interior de Perú (que extraño mucho).


Luego, terminado el largo paseo por la sierra de USA, hice mis maletas y me fui con mis hijos a Virginia a conocer a mi cloncito, hija de mi hermano mayor y compadre, y también ver a mi cuñadita y a mi sobrinito mayor. Casi todos estuvimos reunidos por tres semanas de alegría y momentos emotivos en familia. Sólo faltaron Alonso, mi primer sobrino y casi hijo, y mi papá.


Luego me aventuré a un cálido paseo por New Jersey, visitando a mi gran amiga Cecilia, conocí a su bella familia y la verdad me hubiera gustado quedarme más tiempo con ella. Como siempre, Cecita, tan linda, ahora en su rol de mamá y ama de casa.


Estando en New Jersey, no quise perder la oportunidad de conocer a la famosa Estatua de La Libertad, así que con mi sobrinito Sebastián, mis hijos, mi querida Cecy y su familia, nos fuimos en tren (Metro) rumbo a New York. En el primer intento, nos perdimos, jajajajajaja, que más quieren, una recién bajadita y recontra perdida, como india en disco chicha, jajajajajaja. Así que en vez de terminar en New York terminamos en Manhatan. Ahh, pero eso sí, yo me había dispuesto a pasear sí o sí. Pero adivinen ¿qué?, una maldita lluvia arrancó y no nos quedó más remedio que regresar al Metro, arghhh!! qué cólera. Así que imagínense el cuadro: cuatro niños corriendo como locos por la calle, en plena lluvia y dos mamás gritando en plena calle, jajajajaja, ¡muy latino! Pero al menos tomé un par de fotitos para decir que puse mis delicados pies peruanos en Manhatan, jajajajajajaja.


Un par de días después, volvimos a ahcer el intento, y con la ayuda del esposo de Cecy, pudimos llegar al muelle para ir a ver a la Estatua de La Libertad.


Con un calor que me hacía pedir una Sprite con "tapa rosca" y sin estar preparados para el clima, empezamos nuestra travesía hacia la famosa isla de La Libertad. La única que trajo agua fue Illarita!!


Después de una caminata llena de paradas, lloros y "ya me cansés" llegamos al puerto. Y como diría el cholo Tulio Loza ¡Oh! y tres veces oh! había una cola de la patada!!, pero ni modo, esa era mi única oportunidad, así que caballero no más, a lo hecho, pecho.


Finalmente después de no sé cuantas horas de colas, empujones, tropezones, groserías, patadas, pisadas y malas caras, llegamos al barquito (Ferry) que nos llevaría a la isla. Uffff, no saben el logro que fue llegar a ese punto.


Una vez llegados a la isla, todo bacán, allí estaba la famosa estatua, frente a mí, y yo, anonadada. En eso escucho que dicen: "mamá tengo hambre", "tía tengo sed" y plop! bajé de mi nube.


Bueno, a comer se ha dicho. La verdad, que salí manca, tuerta y coja del restaurante. Una botella de agua ¡¡¡tres dólares!!! WHAT??????, un miserable sánguche $12, 3 piezas de pollo con papas fritas $15. Y yo que pensaba encontrar un McDonalds en la bendita isla!


Con mis chunchitos rellenos y bien bebidos, pudimos caminar alrededor de la estatua. No pude entrar porque los boletos se acabaron. ¡¡PLOP!!


Después de una tarde entre amigos, regresamos a New Jersey, super cansados y con la lengua afuera y para colmo, ¡¡¡misios!!! Pero como dice el dicho, el que quiere celeste, que le cueste.


Luego de regreso en Virginia, a celebrar los cumpleaños de mis sobrinos preciosos. Todo muy lindo, vi a mi querida tía que no veía por muchos años, mis primos y sobrinos. También visité a mi amiga Camucha la popular "Flaca" del colegio.


Pucha, ya llevo como media hora escribiendo y no termino con mi balance.


Después de ese pequeñísimo paréntesis, retomo mi balance filosofal.


Me alegra decir, que desde que regresó a casa mi gringo bello, las cosas empezaron a acomodarse. JC comenzó a subir sus notas escolares, mi Illarita comenzó con su terapia de lenguaje que tanta falta le hacían, yo me volví adicta a Farmville en Facebook y mi círculo de amigos Facebookcinos creció.


Cinco amigos, de los cuales no supe por muchos años, pudieron contactarse conmigo por intermedio del FB (Facebook). Una alegría enorme el poder saber de ellos.


A veces pienso que trabajo para FB, paro allí metida mañana, tarde y noche... ¿cuándo me llegará mi primer cheque? jejejejejeje. Esta es una de las cosas malas, pero ¡mostro!


Me siento feliz, adoro a mi gringo lindo, mi gringuito me ama, mis hijos están creciendo y cada vez me sorprenden más con sus ocurrencias, mi casa es simple pero me encanta, no me falta nada, tengo mucho amor en casa. Es como un sueño hecho realidad. Agradezco a Dios por la oportunidad que me dió de tener esta vida llena de dicha.


Gracias por tomarte un tiempecito en leer mi pequeño balance.


Besitos,


Babi Escalante --- La que escala bastante, jajajajajaja.




Cómo conocí a mi gringuito lindo - Segunda Parte

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Después de nuestro viaje a Llanganuco, las labores en la oficina reiniciaron. Las cosas estuvieron como siempre, el Sr. Rosner me trataba con el mismo respeto de siempre. Simplemente todo regresó a la normalidad.


Llegaron mis cuatro días libres. Esta vez, decidí quedarme en Huaraz para explorar más lugares. Me habían hablado de unas cuevas que tenían dibujos pictóricos y no me lo quería perder. El día uno, me fui a Yungay. Me encantaba caminar por los cementerios de pueblos, porque me parecían muy pintorescos, la verdad es que todavía me lo parecen. Paseando en Yungay, conocí a un muchacho y nos pusimos a conversar. Mientras conversábamos, él sacaba de las pencas de cactus tunas, una de mis frutas favoritas, las cortaba y me las daba, yo lógicamente las comía con mucho deleite. Minutos más tarde comenzó a llover, parecía que estaba en otro mundo, cuánta agua, una maravilla para mí.


Cuando comenzó a oscurecer y, lógicamente yo empapada, regresé a mi hospedaje. Mi hospedaje quedaba en la ciudad de Paltay, era un antiguo resort llamado "La Chacra"que la minera había alquilado y reparado en su totalidad, los dormitorios eran bungalows. Un bungalow tenía dos dormitorios con baños completamente independientes. Las ventanas daban al campo y se escuchaba por las noches el pasar de las aguas del río. Por las noches se sentía un delicioso olor a leña y pan. Memorias muy lindas que no me olvidaré...


En el día dos, el Sr. Roner nos invitó a almorzar a Consuelo y a mí a un restaurante turistico en la ciudad. Yo, como buena limeña y con poco juicio, pedí un cebiche de mariscos (imagínense). Después del almuerzo, el Sr. Rosner regresó a sus labores al igual que Consuelo. Yo tomé una combi y me fui a un pueblito a 45 minutos de La Chacra. Pasé un dia bonito, caminando por las calles de piedra y polvo, por los mercados, la plaza de armas y comí algunas golosinas de la región. Por la noche, cuando llegó la hora de la cena, me uní a la mesa del Sr. Rosner y comimos juntos. Le contaba cómo planeaba pasar el día tres, visitando las cuevas y cómo me iba a preparar para la caminata. Él me miraba y me decía que era muy intrépida y que tenga mucho cuidado. Terminada la cena, me retiré a descansar porque me quería levantar muy temprano para comenzar mi travesía.


Tuve un despertar muy desagradable. Todo el cuerpo me dolía, tenía náuseas, una fiebre terrible y lo peor de todo, ¡no podía levantarme de la cama! mi cuerpo pesaba tanto que apenas podía moverme para poder vomitar en el suelo. Afortunadamente, Chuqui, el chico de la limpieza, que yo estimaba mucho, tocó la puerta para hacer la limpieza del dormitorio. Con las rejustas le pude decir que estaba mal y que necesitaba ayuda. Él abrió la puerta del dormitorio con su llave maestra y cuando me vió, me ayudó a sentarme e inmediamente llamó a Adriana, la administradora del resort. Adriana llamó al Sr. Rosner, quien inmediatamente llamó a una ambulancia para que me lleven al hospital.


Ya en el hospital me diagnosticaron con una fuerte neumonía y una grave infección estomacal. Me pusieron suero, me inyectaron con un montón de cosas, grité a la enfermera por inútil, y cuando ya me estaban poniendo en una cama para internarme, llegó el Sr. Rosner. Cuando llegó el Sr. Rosner, me sentí muy bien, tenía miedo, pero ya no tanto, fue un alivio verlo. Después de conversar con el doctor el Sr. Rosner se sentó al lado izquiero de la cama, me tomó de la mano, me miró fijamente a los ojos y con lágrimas en los ojos (aunque él todavía lo niega), me dijo: "no te mueras, yo te amo". Yo, pretendí que no escuché nada. por un momento pensé que era un delirio, que las medicinas me hacían alusinar y que en verdad me iba a morir. Luego, el sueño me ganó y me quedé dormida. Horas después cuando me desperté, allí estaba el Sr. Rosner, y me dijo que no quería irse sin despedirse de mí. Yo le dije: "muchas gracias", me tocó la frente y se fue. ´


La historia de cómo me botaron del hospital, lo voy a dejar para después, porque es un poquito larga y no quisiera interrumpir este relato.


La cosa es que cuando salí del hospital, estaba en pijama, no tenía zapatos ni una miserable moneda para hacer una llamada. Mientras trataba de cruzar la pista en busca de un teléfono, llegó el Sr. Rosner. Me recogió de la calle y me llevó en el auto hacia el resort. En el auto, él iba furioso de cómo me echaron del hospital y que iba a gritarle a los médicos y presentar una queja con Misquichilca, la minera. Después de eso, hubo un largo silencio. Yo rompí el silencio para conversar con él sobre lo que me dijo en el hospital.


Empecé diciéndole que para mí el era una persona admirable, un mentor, un ejemplo, un buen amigo y que yo lo estimaba mucho; pero que recientemente había terminado una relación de mucho tiempo, que estaba muy herida y que por el momento no quería entablar ninguna relación amorosa con nadie, que necesitaba tiempo y espacio sola. Él me miró y me dijo que no me preocupe, que haga de cuenta que nada había pasado y que lo disculpe si yo sentía que él me había faltado el respeto. Al final del viaje, todo estaba "normal" y me acompañó a mi dormitorio y me dejó descansar.


Lógicamente, yo estuve pensando casi toda la noche en lo sucedido. Mis pensamientos iban desde: "pucha, ahora la fregada, me va a seguir acosando en el trabajo, voy a tener que renunciar"a "perdí un amigo, que cólera", y muchas cosas más. Sentía rabia y remordimiento. Me preguntaba una y otra vez ¿por qué a mí?...


En fin, ya recuperada al 100%, fui a trabajar. Yo con mucho miedo, porque no sabía qué esperar del Sr. Rosner. Yo pensaba: " y si ¿me quiere tocar la mano?, ¿si está molesto conmigo?, ¿si ya no quiere que trabaje con él? ¿qué voy a hacer?


Grata fue mi sorpresa cuando llegué a la oficina y me trató con el mismo respeto de siempre. Durante todo el día se comportó como un caballero y muy profesional. Ese día estuve muy contenta y trabajé con más ganas.


Al final del día, todos regresamos a la ciudad y como siempre, cenamos en el comedor y cada uno se retiró a descansar.


Pasaron los días, y el Sr. Rosner no cambiaba. Me di cuenta que él valía mucho como persona y mis sentimientos hacia él empezaron a cambiar. Sentía que lo estimaba más y que era mi mejor amigo. Le contaba mis cosas, mis locuras, mis sueños, ambiciones. Él siempre atento a escuchar cada palabra que le decía.


Todos los viernes el jefe del proyecto nos invitaba a la pizzeria "Bruno's", en donde se preparaban las mejores pizzas de Huaraz. Como John era el que llevaba la caja chica, siempre se quedaba al final para pagar la cuenta. Ese día en particular, los más jóvenes decidieron irse a bailar, yo me quedé porque tenía que levantarme temprano para ir a trabajar, así que me me dejaron con John para que me lleve a La Chacra.


Regresando a La Chacra, estuvimos conversando de lo mejor, que si fulanito era un guachafo, que si el otro era flojo, etc. Lo cierto es que me reí como hacía mucho tiempo no lo hacía. De pronto, dentro de mí sentí nuevamente libertad, felicidad, mi autoestima creció y todo gracias al Sr. Rosner. Esa noche, le pedí al Sr. Rosner que me acompañe a mi dormitorio porque Chiqui me había dicho que habían unos pericotes sueltos, y yo les tengo pánico. Él me acompañó y me puse a cantar una canción de niños (tengo una muñeca con vestido azul), una vez que llegamos a la puerta de mi dormitorio, le di las gracias y él me dijo: "de nada, buenas noches"... mientras se iba, no me controlé, fui detrás de él y lo besé en los labios. Fue el beso más largo y más bonito del mundo. Él me miró a los ojos con mucha alegría y me volvió a besar.


Ese día comenzó un gran amor, que con los años ha ido madurando y que ahora es el más bello del mundo. Yo adoro a mi gringuito lindo con toda mi alma porque es un buen esposo, amigo y papá. Siempre le agradezco a Dios por habermelo enviado, y siempre digo: "he debido hacer algo muy bueno en mi vida para haber recibido una recompensa tan valiosa y que yo cuido con mucho celo y tesón".


Y esa es la historia de cómo llegó el Sr. John Rosner a mi vida que la cambió por completo para bien. Gracias gringuito lindo por la felicidad que me das todos los días, por mis hijos y por mi hogar. Te amo.

¡Qué ocurrencia!

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Resulta que en el mes de junio mi gringuito decidió regalarme por nuestro aniversario un auto nuevo. El anterior auto, una mini van Caravan celeste platinada, la verdad que no me gustaba, muy cómoda pero me sentía como una chofer de combi, ¡horrible, oye!




Pero en fin, después de encontrar el auto a buen precio y con las comodidades que buscaba, me decidí por un Honda Pilot, de color vino tinto.

Yo muy feliz con mi auto nuevo, decidí ir de compras al centro comercial. Los bebes necesitaban estar preparados para el otoño y bueno, que buena oportunidad para pasear en el auto nuevo.


Después de unas cuantas horas, regresé al auto muy satisfecha con mis compras. Llegué a la playa de estacionamiento y empecé a buscar mi auto. Caminé una fila, luego otra, otra y otra y no encontré el auto. Regresé al centro comercial y volví a salir por otra puerta. Nuevamente busque el auto y nada, no lo encontraba. Me asusté. Dije: "¡Por la recontra, me fregué!". Desesperada nuevamente empecé a recorrer todo el estacionamiento, con mis bolsas en mano y con mis zapatos tremendamente incómodos, pero nada.

Ya casi por llorar, me debatía si llamar primero a mi gringo para contarle la mala noticia o a la policía para reportar el robo del auto. Me senté en la vereda, mirando mis bolsas y mirando hacia el estacionamiento.

Y de repente: ¡Zas!, mi última opción: apretar el botón de alarma del control remoto del auto!!!

Regresé al estacionamiento, caminando rápido, con mis bolsas pesadas, sudando (porque junio en los estates es verano), rogando que mi auto estuviera allí. Mientras apretaba el botón de alarma, escuché un auto... "ahí está", me dije, pero al mirar la fila de autos no lo vi. Pensé que otra persona también estaba buscando su auto. Nuevamente apreté el botón de alarma del control remoto y otra vez sonó un auto, me acerqué poco a poco; empecé a mirar por las ventanas de los autos mientras caminaba despacio..., y nada.
Decepcionada, me detuve junto al auto que tenía la alarma prendida, miré por dentro y ¡oh, maravilla! mis cosas estaban dentro del auto y me dije ¡¡¡¿qué?!!!!

Resulta que estaba buscando mi Caravan celeste, me había olvidado que estaba en auto nuevo, y casi llamo a la policía para denunciar mi Caravan como robada, jajajajajaja.

No cabe duda, mientras más pasan los años, más cocha me pongo, ¡plop!

¡Saludos!

Mi Papapapa

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Hoy estuve pensando en mi papapapa, en mi mente miraba su imagen con su sonrisa. Recordé que cuando falleció escribí unas líneas en mi Hi5, así que aquí las pongo. Espero que les guste.


"Hoy falleció mi abuelito de toda la vida, su voz y su risa todavía los llevo en mi mente. De un sopetón recordé todos los buenos momentos con mi choclito.


Cuando era niña me llevaba a la tienda de Don Manuel (el japonesito) y me compraba chocolates del Tío Johnny. Jugábamos casinos y me enseñó a hacer trampa.


Me atendía como a una reina cuando iba a su casa. Cuando mamamama preparaba su delicioso budín, él cortaba una pieza grande sólo para mí. Me llevaba de la mano a la casa de mi mamá y me enseñó a cruzar la Av. San Felipe.


Lo hice renegar, lo hice reír y le di todo mi cariño cuando estaba con él.


Con el pasar de los años sus pisadas se hicieron más pesadas y su cabellito se puso más blanquito y finito.


Me encantaban sus historias mis favoritas eran la de cuando él era marinero y las de su pueblo.


Recuerdo que en uno de los almuerzos navideños que mi papá realizó en el reataurante "Pizelli", famoso por los años 70-80, el abuelito bebió tanto que se mareó y cuando llegamos a la casa de la mamamama se puso a bailar un tema de Fiebre de Sábado por la Noche de los Bee Gees, que estaba muy de moda, y al tratar de hacer una pirueta, se cayó al suelo, se levantó y siguió bailando.


Tengo muchas que decir de mi papapapa, pero dentro de todo le agradezco el haberme cuidado, querido, engreído, mimado y perdonado.


Te quiero mucho papapapa, siempre estarás en mi mente y mi corazón."


Cómo conocí a mi gringuito lindo

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Preámbulo
Muchas personas me preguntan que cómo conocí a mi gringuito lindo, que cómo pasó y todas esas cosas. Hoy se las voy a contar, pero como es una historia muy larga y no quiero aburrirlos, la voy a contar en dos partes. La primera parte será la parte laboral y la segunda el romance...

El Primer Día
Después de haber aceptado trabajar para la empresa Kilborn, una constructora canadiense que había firmado un contrato para Barrick-Misquichilca, llegué al hermoso pueblo de Huaraz.

Llegué de mañana junto a Consuelo, mi compañera de trabajo para el resto del año. Al llegar mi turno de bajar de Cruz del Sur, un señor de bogotes blancos y anteojos de carey marrones horribles, llevando una camisa de cuadros azules y rojos y con un cirgarro en la boca, nos recibió. Se presentó como John Rosner y junto a él, su compañero Richard McCarthy. Yo estaba muerta de miedo porque era la primera vez que trabajaba con gringos y quería hacer un trabajo A1 para merecer quedarme a trabajar para la minera. El Sr. Rosner y el Sr. McCarthy nos llevaron a nuestro alojamiento temporal "El Tumi", un hotel cerca a la plaza de armas de la ciudad. El Sr. Rosner nos dió 30 minutos para dejar nuestras cosas y llevarnos a la oficina, que aún quedaba en la ciudad. Yo estuve lista en 25, pero Consuelo en 35. Al Sr. Rosner no le gustó que nos demoremos 5 minutos. Sólo nos miró y nos dijo: "muy tarde".

Llegamos a las oficinas, el Sr. Rosner nos indicó en dónde quedaba nuestra oficina, nos enseñó cómo contestar el teléfono y las demás cosas. Lo chistoso es que él quería que digamos en el teléfono: "Kilborn, contesta Bárbara"... cosa que nunca hice, y que lo irritaba mucho, jajajajaja.

Demás está decir que los gringos llegan a Perú con la idea que somos gente ignorante, torpe, floja y sucia; y por ende nos trataban así, como ignorantes y torpes. El Sr. Rosner muy desconfiado en todo, tenía todo bajo llave y siempre nos miraba con el rabo del ojo, cuidando cada movimiento que dábamos. Yo con mi falta de experiencia y con una compañera poco colaboradora, decidí hacer del Sr. Rosner mi modelo de trabajo. Mientras más lo observaba, más lo admiraba. Él cuidaba todos los detalles, todo en orden, correcto y muy organizado. Lo elejí como maestro de gramática (sin él saber), cuando me di cuenta que los signos de puntuación eran diferentes en inglés. Cada vez que tenía una pregunta relacionada al trabajo, le tocaba la puerta y hacía sonar mi garganta para que supiera que estaba allí. Muchas veces me ayudaba, otras veces me tiraba la puerta en la cara y gritaba "no me molesten", uffffff, no saben, era horrible!!!!

Un día lo vi comiendo unos dulces. Le pedí que me invite uno, porque ustedes saben que yo no resisto ver dulces y no probarlos, además estos eran "gringos" y nunca los había visto. Él me dijo que sólo tome uno, eso hice. Pero vi otros de otrs colores y le pregunté si todos tenían el mismo sabor, para su mala suerte, me dijo que no. Así que le pedí uno de cada color, a regañadientes me dijo que sí, yo me hice la loca y tomé uno de cada uno. Eran deliciosos. Después me dijo que era como una niña y yo le dije que él me regañaba como un papá y se sonrió. Le conté a Consuelo que el Sr. Rosner había compartido sus caramelitos conmigo y que quizás no era tan malo como pensábamos, hasta le comenté que le dije al Sr. Rosner que era como un papá. Esa misma tarde, lo escuché riéndose como nunca y me llamó la atención porque nunca lo había escuchado reirse. Él estaba conversando con Consuelo, no se de qué, pero aprovechando el momento de buen humor, me metí en la conversación. Al final los tres terminamos riéndonos y nuevamente sacó unos caramelos y nos invitó, yo le dije: ¿ya no me va a regañar, verdad?, se rió y me dijo que no, yo le conteste gracias daddy (diminutivo de papá en inglés). Desde ese día le decía daddy para todo y con eso se rompió el hielo, seguía siendo renegón pero ya no tanto, además se convirtió en un mentor y ejemplo para mí. Mi trabajo mejoró en todo y él estaba muy complacido por ello.

En algún punto, dejé de confiar mis cosas a Consuelo, y empecé a confiarle mis cosas al Sr. Rosner. Yo lo veía como un padre y yo pienso que él me veía como una hija. INCREIBLE, jajajajaja.

Por su carácter, nadie quería ni pasaba al Sr. Rosner y eso me daba mucha penita. Nunca lo incluían en nada social, sólo laboral. En una oportunidad, todos los trabajadores de Kilborn se pusieron de acuerdo para hacer un tour hacia la Laguna de Llanganuco, pero no invitaron al Sr. Rosner. Yo lo invité. Nadie quiso ir en el mismo auto que el Sr. Rosner, yo fui.

Esa tarde, conocí a un Sr. Rosner diferente. Me di cuenta que era una persona compasiva, buena y que era normal como cada uno de nosotros y no de marte como muchos pensaban. Ese día lo admiré más y mi respeto hacia él, creció. Recuerdo que el Sr. Rosner tenía una caja llena de cassettes, y mientras íbamos a Llanganuco, puso uno, la canción "Centerfield", y yo empecé a cantarla y me sorprendió cuando él también la empezó a cantar, al segundo nos convertimos en un duo desafinado pero muy entretenido. Al terminar la canción nos reimos un buen rato. Luego puso otra y otra y otra y todas me gustaban... así que las cantaba y él escuchaba.

Terminado el paseo, regresamos a nuestro alojamiento, todos estaban esperando llenos de curiosidad por saber si el enojón del Sr. Rosner me había hecho la tarde miserable. Cuando les dije que no, no me creyeron, jajajajaja.

Y así continuaron los días de trabajo, con un Sr. Rosner más amistoso, pero eso sí, muy pegado a las reglas de la empresa. No porque nos diera más confianza nos dejaba pasar 2 minutos del almuerzo. Si eso sucedía nos llamaba la atención fuertemente a Consuelo y a mí.

Fin de la primera parte.

Una limeñita en Estados Unidos

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De mi llegada no recuerdo mucho, debí hacerle caso a mi ya difunta cuñada Hazel, quien me sugirió hacer un pequeño diario com mis memorias de recién bajadita (del avión).

Pero en fin, lamentarme no va a hacer que recuerde detalladamente las cosas, así que haré un relato a groso modo, si el término me lo permite.

Entre las pocas cosas que puedo rescatar de mis lagunas mentales, recuerdo que llegué en octubre del 98. Aquí en Estados Unidos, ya se sentía el otoño... un poquito de frío decía mi gringuito, pero para mí, ¡horrible, oye!

Mi gringuito me llevó a pasear a los cañones y glaciares tan hermosos que tiene Utah, nunca había visto una gama de colores tan hermosa, hecha en su perfección por la madre naturaleza. Árboles de todos los tamaños, olores y colores. Qué bello, mis ojos, querían llevarse consigo tanta belleza y poseerla por siempre, pero como no fue posible... sólo tomé una foto (¡qué frío!).

Después de unos cortos paseos por la ciudad, nos detuvimos a cenar. Por supuesto, mi gringuito me llevó a su lugar favorito de comida rápida llamado Arby's. Todos los establecimientos de comida rápida son iguales, la única diferencia es la cara del que te atiende y la etiqueta del catchup. En el Arby's ofrecían Roast Beef Sandwichs o comúnmente conocido en nuestro vocabulario metropolitano limeño como pan con jamonada gringo. La verdad que se veía riquísimo, además tenía mucha hambre, al tomar mi primer bocado, no sé que pasó, la comida se me quedó atorada en medio de la garganta... ¡qué asco! qué comida tan fea, así que para poder pasarla tome mi bebida una "root beer", una porquería gringa que tiene sabor a remedio, pero que para los locales, es como nuestra Inca Kola o Kola Inglesa, una delicia.

Yo, por supuesto, traté de disimular mi asco para no hacer sentir mal a mi gringo, pero cómo habrá sido mi descontento, que él se dió cuenta, me dijo que no era necesario que lo coma. Pero como a mí me educaron para dejar mi plato limpio, así sea horrible, lo terminé.

Días después nos fuimos a Elko, el pequeño pueblo en donde iríamos a vivir. La verdad que en el fondo pensé que se trataba de un pueblo gringo, osea, grande, bonito y con sus combis en cada esquina. Pero no fue así.

Después de tres largas horas de mirar desiertos y nada, llegamos a Elko. Yo pensé que mi gringo me estaba bromeando, ¡¡pero no!!, ese pueblo, en el medio de la nada, era Elko, mi nuevo hogar.

Traté de verlo por el lado positivo, al menos ya no tenía que preocuparme de que alguien me asalte en la esquina o que me quiten mis joyitas que traje.

Una vez instalados, traté de darle a mi nuevo hogar un toquecito mio... el depa me quedó bonito. Muy sencillo, pero bonito. Mi gringo salió temprano a trabajar, así que decidí prepararle unos frejolitos para el almuerzo. En ese entonces yo no sabía manejar y caminar no era el fin del mundo para mí, es más, a mí me gustaba caminar bastante. Así que me dirijí a la tienda de abarrotes. Huy era grandeeeee. Le pregunté a una de las que atendía, en un inglés tímido: ¿en dónde consigo frejoles?, ella muy amable me llevó al lugar y de repente, empezó su largo listado de frejoles en todos los colores y sabores, en latas grandes, chicas, medianas, con ají, sin ají, con carne, sin carne, etc. Mientras ella hablaba, me sentí tan, pero, tan chiquita que la dejé con la palabra en la boca y regrese al depa.

Lógico, que después del incidente, llamé a mi gringo a la oficina para recriminarle que haya traído a este país. Pero no le conté de los frejoles, me dió verguenza, jajajajajaja. Lo cierto es que esa noche mi gringuito lindo comió un delicioso arroz con huevo frito y un vasito de agua para bajarla.

Después les cuento más...

Perú en mi Corazón


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